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Personaje relevante del mes

Claude Berri, un triste adios al último “sultán” del cine francés

“El cine francés llora. Se ha quedado huérfano…HUÉRFANO DE MAESTRO”

12 de enero. Todas las cadenas de televisión, radios y periódicos internacionales se hacían eco de una triste noticia: “Muere Claude Berri”, gurú de la  producción cinematográfica gala y uno de los mejores profesionales con los que el cine francés contaba. Una apoplejía acababa con 50 años de impecable historia profesional. ¡Qué Alucine! le admira, le admiraba, y sólo por lo que este actor, director y productor ha ofrecido en términos cinematográficos al arte universal, le brinda un más que merecido homenaje: un paseo por su vida, un digno reconocimiento y un emotivo recordatorio. Os presentamos al personaje del mes.

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Claude Langmann (su verdadero nombre) nació el 1 de julio de 1934 en París. Antes de interesarse por el teatro, Berri trabajó brevemente en la peletería, como su padre Hirsh Langmann. Frustrado por su posible futuro -heredar el negocio de su progenitor- decide apostar por lo que realmente siente. Cambia su nombre –derivado del nombre de soltera de su madre- y se convierte en estudiante de cine y en actor. Tras pasar unos meses en la Cours Simon, reputada escuela de actores,  descubre su lugar en la vida y comienza a practicar lo que para él es el arte más bonito que existe: el CINE.

Consiguió participar, como actor, en más de 30 películas. Directores como Claude Chabrol y Claude Autant-Lara contaron con él para algunos de sus principales papeles. Pero Berri, muy exigente consigo mismo, se dio cuenta de que su vida no estaba delante de las cámaras. Harto de que no le confiaran mejores papeles abandona la escena y coge al cine por la cámara. Ahora era él el que decidía lo que se contaba. Aquí comienza su verdadera carrera.

En 1962 rueda Pollo, su primer cortometraje, y con él obtiene un Oscar. El reconocimiento que obtiene con este trabajo supone el pistoletazo de salida a una carrera llena de éxitos. Primero como director –veinte títulos componen su carrera-, y más adelante como productor.

Sus guiones siempre se caracterizaron por un importante componente autobiográfico. Y muestra de ello es su primer largometraje, Amor en tiempos de guerra una historia semiautobiográfica sobre su propia infancia como judío durante la ocupación nazi. En su haber como director también destacan verdaderos éxitos de crítica y taquilla; dos claros ejemplo son Adiós Pelele de 1983 y la saga Jean de Florete de 1986. Aunque no me gustaría olvidarme de Germinal, protagonizada por Gérard Depardieu, convirtiéndose en su momento, en la mayor producción del cine francés.

En 1987 crea su propia compañía productora: Renn Productions. Una importante decisión que le permitiría comenzar a desarrollar una faceta de él desconocida hasta el momento, la de productor. Entre sus éxitos destacaron Tess de Roman Polanski; La reina Margot, de Patrice Chéreau y La pequeña ladrona de Claude Miller . Sus éxitos más recientes fueron en 2008: Le graine et le moulet del franco-tunecino Abdellatif Kechiche, que obtuvo el César a la mejor película y Bienvenidos al Norte de Dany Boon, el filme con más audiencia en Francia con más de 20 millones de espectadores.

La vida de Claude Berri, por desgracia, no fue fácil. Pese a ser considerado el “último sultán” del cine francés y el “gran embajador del séptimo arte galo a través del mundo” su trayectoria personal no brilla de la misma manera. Un aspecto que durante mucho tiempo no le permitió ser feliz. Sus desgracias familiares me recuerdan en cierta manera a las de su gran amigo Roman Polanski. En 1997 su primera esposa se suicida y en 2002 muere uno de sus hijos, el también actor Julien Rassam, que había quedado tetrapléjico cuatro años antes. Una cadena de desgracias que no le permitirán disfrutar de sus últimos años de vida, siempre condenado a la depresión y a diversos achaques de salud, como el vivido en 2006, similar al que finalmente le costó la vida el pasado mes.

Aún así, y como muy bien dijo el presidente francés “es un hombre que dejará permanentemente su huella artística. Para muchos, seguirá siendo un modelo a seguir”. Sin duda alguna, para nosotros lo es y lo seguirá siendo.

Adiós Claude Berri…

Clint Eastwood, una leyenda viva

Un mito, una leyenda cinematográfica. Su carrera abarca más de 4 décadas y a lo largo de ella ha conmovido a generaciones enteras de exigentes cinéfilos. Actor, director, productor, guionista y compositor son todas las facetas en las que el polifacético Eastwood ha destacado, convirtiéndose así en uno de los artistas más versátiles del séptimo arte. A sus 78 años aún se encuentra al pie del cañón y no tiene intención de jubilarse “hasta que alguien piense que debo hacerlo”, explicó hace unos meses a la prestigiosa revista The Daily Telegraph. Con tres proyectos a punto de ver la luz (El Intercambio, Gran Torino y The Human Factor), ¡QUÉ ALUCINE! eleva al veterano actor y director a la categoría de personaje del mes, una excusa perfecta para hacer un recorrido por su vida, destacar las claves de su éxito y rememorar algunos de sus proyectos más ambiciosos. En definitiva, un modesto homenaje a Clint Eastwood, uno de los directores y actores más prestigiosos del panorama cinematográfico internacional. Bienvenido a un paseo por la historia del cine…

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Clint Eastwood Jr. nació en San Francisco y se crió en Oakland, después de ir de una ciudad a otra con su padre en busca de trabajo durante la Gran Depresión. Una experiencia, que más tarde el propio actor definiría, como necesaria e imprescindible para la consiguiente formación de su sistema de valores y la ética de su trabajo.

Debido a la situación económica familiar, Eastwood no pudo emprender estudios superiores, los que acabaría sustituyendo por diversos trabajos y su verdadera pasión: la música. Cumplió el servicio militar como instructor de natación, y ello le permitió ahorrar unos dólares con los que emprendería su exitosa carrera cinematográfica.

Su formación interpretativa corrió a cargo de Los Angeles College, mientras que su capacidad creativa y sus dotes de dirección se fraguaron a medida que adquiría experiencia y madurez profesional, dos importantes aspectos que comenzaron a moldearse a partir de 1955, cuando se produjo su debut cinematográfico.

Gracias a la ayuda que le prestaron dos compañeros del campamento militar, dos conocidos actores (David Janssen y Martín Milner), logró un contrato con Universal. Intervino en once películas como actor, donde destacaron títulos como La venganza del monstruo de la Laguna Negra, Hoy como ayer o Zafarrancho de combate. Trampolines al estrellato, que le allanaron el camino a la televisión donde consiguió uno de los papeles claves de su carrera y a partir del cual su cara se hizo conocida en EE.UU, cowboy Rowdy Yates.

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De vuelta en el cine, Eastwood trabajó durante los años 60 en westerns, como El bueno, el malo y el feo, un éxito de taquilla que le convirtió en estrella internacional. Y a principios de los 70 llegó el que sería uno de los personajes más emblemáticos de su carrera como actor: el inspector de policía, Harry el sucio, protagonista de una saga de películas ya clásica, donde estamparía su mítica figura de duro y sin piedad.

Su imagen se hizo cada vez más popular, hasta que consolidó su status como uno de los actores más respetados de Hollywood. Época en la que además acostumbraba a pasear con un orangután como mascota, y en la que no sólo desataría por sus dotes interpretativas, sino que también comenzaría a apuntar maneras en la dirección cinematográfica, con el estreno en 1971 de Escalofrío en la noche, su debut como director.

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Limitándome a destacar los títulos más representativos de su carrera, os diré que en lo que a su carrera interpretativa respecta destacan películas, además de las nombradas anteriormente, como La leyenda de la ciudad sin nombre, Fuga de Alcatraz, Ciudad muy caliente o En la línea de fuego. En calidad de actor y director ha trabajado en films tan destacados como El jinete pálido, El sargento de hierro, Los puentes de Madison, Cazador blanco, cazador negro o Million Dollar Baby. Y sólo como director es responsable de películas como Bird, Medianoche en el jardín del bien y del mal o Mystic River, por la que sería nominado a los Oscar.

Hoy vuelve a ser actualidad por sus próximos proyectos. Dos de ellos a punto de ser estrenados en nuestro país: El intercambio, basada en un hecho real y que conmocionó a la ciudad de Los Ángeles y Gran Torino, posiblemente la nueva entrega de Harry el sucio. Dos apuestas muy esperadas por la crítica y sus fans más incondicionales, que sentados en la butaca sabrán disfrutar de su cine personal y humano, y de sus arriesgadas apuestas, hazañas cinematográficas que muy pocos se atreverían a emprender.

Maribel Verdú, Medalla de Oro de la Academia del Cine

Con 60 películas y 25 años de carrera, Maribel Verdú se ha convertido en la actriz más joven y la quinta mujer a lo largo de la historia que recibe la prestigiosa Medalla de Oro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España. Todo un honor para esta actriz madrileña, que desde hace un año no para de cosechar éxitos y recoger prestigiosos premios que han hecho de su carrera profesional una de las más prósperas de nuestro ámbito artístico nacional.

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Corría el año 1970 cuando en un humilde barrio madrileño nació una hermosa niña. Fue bautizada como María Isabel Verdú Rollán y desde entonces sus progenitores fueron conscientes de la luz que su alma desprendía, una luz que las cámaras de los directores de cine más importantes de este país no dudarían en utilizar.

A pesar de las reticencias de su padre, su primera oportunidad se le presentó a la temprana edad de los trece años. El culpable de dicha hazaña fue uno de los directores más queridos de nuestro país, Vicente Aranda, quien le ofreció un pequeño papel en la serie que por aquel tiempo rodaba: El crimen del capitán Sánchez. Antes ya había coqueteado con los focos y las cámaras, aunque en un ámbito completamente diferente: la fotografía, puesto que su primera experiencia profesional la tuvo como modelo de spots y catálogos de moda de conocidas firmas comerciales.

Su carrera comenzó a despegar tras el éxito de 27 horas de Montxo Armendáriz, donde interpretaba a una chica drogadicta, una de las experiencias más fuertes que le ha tocado vivir dentro del mundo de la interpretación. Poco tiempo después le lloverían oportunidades de oro junto a directores de la talla de Eloy de la Iglesia, José Luis Cuerda, Ricardo Franco, Gracia Querejeta y Fernando Trueba, con quien conseguiría hacerse notar en Hollywood tras el éxito arrollador de una de sus obras maestras, Belle Époque.

Alcanzó su madurez como intérprete en 1991 cuando su gran amigo y descubridor, Vicente Aranda, la llamó para interpretar uno de sus mejores papeles: Trini, protagonista de Amantes que rodó junto a Victoria Abril y Jorge Sanz y cuya interpretación le valdría su primera nominación a los Goya. Ilusión que finalmente perdería frente a Silvia Munt.

Tras llamar la atención de los académicos, sus candidaturas a los Goya se fueron haciendo cada vez más frecuentes. Cuatro nominaciones ha vivido la actriz madrileña, pero no ha sido hasta este último año y gracias a su interpretación en Siete mesas de billar francés cuando ha conseguido convencer a un tosco Jurado, que tras muchas ediciones haciéndose de rogar ha convenido que este año era el idóneo para que Maribel Verdú se situase un poquito más cerca de la cúspide profesional.

A pesar de ser una declarada enamorada del cine español, Maribel Verdú no ha perdido la oportunidad de hacerse un hueco en el cine internacional. Tras rodar El Laberinto del Fauno bajo órdenes del admirado Guillermo del Toro, el reconocimiento internacional no ha cesado. Después de conseguir premios tan prestigiosos como el Ariel de México a la mejor actriz, Maribel Verdú no ha parado de recibir interesantes propuestas procedentes desde el otro lado del charco. Su próxima aparición cinematográfica correrá a cargo de uno de los directores más famosos de Hollywood, Francis Ford Coppolla, a quien define como “un ser excepcional con el que es muy fácil trabajar”.

Su siguiente aparición en Hollywood espero que sea en la próxima edición de los Oscar; representando junto a José Luis Cuerda a Los girasoles ciegos,  firme candidata española a hacerse en la próxima edición de estos prestigiosos galardones con el Premio a mejor película extranjera de habla no inglesa, reconocimiento que ya poseen directores españoles de la talla de José Luis Garci, Fernando Trueba, Pedro Almodóvar y Alejandro Amenábar.

Muere Paul Newman

“La muerte es el comienzo de la inmortalidad”…y aunque suene mal decirlo, gracias a ella hoy ya podemos decir que Paul Newman es un mito, una leyenda…Una pieza clave de la historia reciente del cine mundial, que todo amante del séptimo arte conoce y conocerá. Generaciones futuras podrán seguir disfrutando de él, de su trabajo y de su profesionalidad, porque pasen los años que pasen su nombre perdurará y su esencia, que es su obra, quedará entre nosotros.

Está claro que personas como Newman nunca mueren, por lo menos, para aquellos que nos consideramos sus seguidores. Puede que su persona ya no esté entre nosotros pero creo que Paul se esforzó tanto en vida por dejar huella que ésta impregnará el ambiente artístico durante siglos. No hará falta verle en directo ni en persona para sentir que forma y seguirá formando parte de ese entramado industrial que algunos osan llamar cine. Y sino que se lo digan a estrellas de la talla de Orson Welles, Humphry Bogart, Hitchcock o Buñuel…los cuales no FUERON sino que aún hoy SON estrellas.

Como todo hijo de vecino, Paul Newman comenzó a labrar su carrera artística “paso a paso”, hace ya más de cincuenta años. Hijo de padre de origen judeo-alemán y madre católica con raíces húngaras, se introdujo en el mundo del espectáculo de la mano de una compañía de teatro de Illinois, la Woodstock Player’s, donde trabajaba la que sería su primera esposa, Jacky Witte, madre de sus hijos Scott, Susan y Stephanie, y de quien se divorció en 1958, tras nueve años de matrimonio.

Tras varios papeles de extra, figurante esporádico y secundario con poco papel en varias series de la TV norteamericana, prueba suerte en el cine. Su primera película fue The Silver Chalice «El cáliz de plata»1954 de Víctor Sallice, cinta bíblica de lujosa producción y regulares resultados a nivel de crítica y público, que fue descrita por el propio Newman como «la peor película de la década».

Su primer éxito le llegó dos años después con un film de enorme repercusión a nivel internacional: Marcado por el odio (1956) de Robert Wise, en la que encarnó al boxeador Rocky Graziano en un papel al que también optaba Steve McQueen, y en que  brilló con una interpretación bastante notable al lado de dos jovencísimos Pier Angeli y Sal Mineo.

Con el paso del tiempo Newman se fue haciendo un hueco en la clasista meca del cine, y en 1966 por fin llegó su consagración definitiva como estrella de Hollywood gracias a su participación en una superproducción de cine negro que hizo historia: Harper, detective privado de Jack Smight que supone una renovación formal y estilística de un género ya en decadencia pero que este film actualiza y reinventa. A partir de entonces medio mundo admirará a Paul Newman como actor y miles de mujeres soñarán con el color de sus ojos y su mirada penetrante.

Tras rodar con grandes estrellas e importantes directores se convierte en una pieza clave del cine internacional. Prestigiosos premios recaen sobre sus espaldas reconociéndole no solo el esfuerzo profesional que realiza sino también la empatía que despierta en el público y la crítica universal. Nadie pueda dudar que la cámara lo amaba y que su estilo, hondo como su mirada, sobrevivirá en las retinas del mundo entero. Arrebatadoramente guapo y magnético, este animal cinematográfico supo envejecer con dignidad y belleza, legándonos un ejemplo de saber estar y elegancia del que pocos pueden presumir.

Woody Allen estrena Vicky Cristina Barcelona en España

Adivina adivinanza… Os presento al nuevo personaje del mes

Nació el 1 de diciembre de 1935 en el barrio de Brooklyn, Nueva York con el nombre de Allan Stewart Konigsberg. Es considerado uno de los principales directores y guionistas cinematográficos contemporáneos. Proviene de una familia judía de orígenes ruso-austríacos, a la que él mismo define como “burguesa, bien alimentada, bien vestida, e instalada en una cómoda casa”. Y hoy es toda una leyenda del cine internacional, un hombre de referencia y un ejemplo para miles de entusiastas cineastas que hoy están emprendiendo sus carreras artísticas. Hace unas semanas que Eric Lax, su biógrafo personal, editó un libro titulado «Conversaciones con Woody Allen» en el que él mismo se define como: “un humorista de Brooklyn y Broadway que ha tenido mucha suerte”. Aunque todos los que le seguimos sabemos que no es suerte, sino talento.

Va por ti, Woody Allen… por poner en práctica en cada una de tus películas ese ingrediente secreto que tanta envidia ha despertado entre tus compatriotas: ORIGINALIDAD.

Cada vez estamos más cerca del esperadísimo estreno en nuestro país de su último trabajo: “Vicky Cristina Barcelona”, rodada en España, a caballo entre Barcelona y Oviedo, y que cuenta entre sus protagonistas con dos de nuestras estrellas más internacionales: Javier Bardem y Penélope Cruz.

A escasos dos días del estreno el 19 de septiembre y aprovechando que Allen  está a punto de aterrizar en España para abrir la nueva edición del Festival de San Sebastián, voy a hacer gala de su ingenio, y repasar junto a vosotros su interesante vida, llena de inquietudes y fantasías, más propias de un hombre brillante y de extraordinaria capacidad intelectual, que de un bohemio ridículo y sin sentido, como muchos nos han querido hacer creer.

Woody Allen es a sus 72 años uno de los cineastas más particulares y prestigiosos del planeta. Su faceta cómica es la que más le caracteriza. Es a la que se le suele asociar, tanto por los inicios de su carrera, cuando se hizo popular, como por el gran sentido del humor del que siempre hace gala en persona. Aunque también debemos destacar que ha demostrado que maneja el drama, por lo menos, con la misma facilidad y maestría, dejándolo claro en títulos como “Match Point”.

Trayectoria profesional de Woody Allen

Es un hombre de mundo, pícaro y despierto, que sabe hacer de sus películas verdaderas obras de arte. Su carrera comenzó como humorista a los 16 años, siempre asociado a otros humoristas. En 1957 se le concedió su primer premio Sylvana Award. A los 17 años tomaría la decisión de adoptar el seudónimo de Woody Allen. Comenzaría a trabajar individualmente, llegando a ejercer la tarea de director de sus espectáculos en la cadena de hoteles Borsch Belt de Nueva York, donde ya habían trabajado otros humoristas importantes como Jerry Lewis.

Aunque su incursión en el ámbito artístico no se produjo con el cine, sino con la música. Comenzó tocando el violín pero al cabo del tiempo lo abandonó por el clarinete, con el que demuestra su maestría, con cierta asiduidad, como miembro del grupo de Jazz “The New Orleans Jazz Band” y que tanta experiencia le ha otorgado para componer sus propias bandas sonoras.

En 1968 rueda su primera película (primera película completamente escrita y dirigida por él y en la que también actúa), “Take the money and run”. Al principio fue difícil encontrar una productora que financiara el proyecto (costaba dos millones de dólares), pero finalmente Palomar Pictures decidió apoyarlo. La productora no estuvo muy contenta con el resultado final, y contra todo pronóstico, la película resultó ser todo un éxito de público.

Como consecuencia de este primer éxito la carrera de Woody Allen no parará hasta alcanzar la cima como director y guionista y también como actor, con la realización de películas ambientadas principalmente en su querida Manhattan, siendo uno de los primeros directores americanos en reivindicar a cineastas europeos como Ingmar Bergman.

Fuerte vínculo con el cine europeo

A partir de este momento se comenzará a hacer realmente visible su estrecha vinculación con el cine europeo. Muchos de sus compañeros de profesión le acusarán de hacer cine de autor al más puro estilo europeo, algo que él nunca negará y por lo que realmente se siente satisfecho, puesto que le ha permitido tocar el techo del éxito en nuestro continente. Un mercado que le ha apetecido conocer y un público objetivo al que no ha tardado en encandilar.

Este es Woody Allen, señores. Una leyenda en viva, un genio hecho realidad y una garantía de futuro para el cine internacional, que guardará en su selectiva memoria  cada uno de sus trabajos. Aunque tampoco creo que se olvide de sus geniales frases como la que a continuación os transcribo, que tantas sonrisas ha despertado, aunque se trate de una cruel realidad:

“El mago hizo un gesto y desapareció el hambre; hizo otro gesto y desapareció la injusticia; hizo otro gesto y desapareció la guerra. El político hizo un gesto y desapareció el mago”.

Triste pero cierto, como diría el propio Allen…

La Noche en Blanco homenajea a Pedro Almodovar

La filmografía de Pedro Almodóvar será una de las propuestas estrella en la nueva edición de La Noche en Blanco, de Madrid, compuesta por más de 150 actividades y que se celebrará este sábado, 13 de septiembre, de 21.00 a 07.00 horas bajo el influjo de la luna llena en Madrid.

Esta tercera edición de ‘La Noche en Blanco’ rendirá un homenaje especial al cineasta manchego con ‘Canciones para Pedro’, un espectáculo en el que se interpretarán los temas más representativos de su filmografía.

Concha Buika, Miguel Poveda, Eva Yerbabuena, Javier Limón, Sol y Alberto Iglesias, con la participación de la Orquesta de RTVE, serán los encargados de llevar a cabo el tributo, creado con la colaboración del propio director manchego, y que tendrá lugar en el Matadero Madrid.

Mientras suena la música, en las pantallas se sucederán algunas de las escenas más memorables del universo almodovariano, pinchadas en directo por la videojockey finlandesa SOLU, una maestra del género. Sin lugar a dudas, un acto creativo sin precedentes y un espectáculo memorable.

Para aquellos que queráis acudir deciros que el espectáculo tendrá lugar en Matadero de Madrid, que la entrada es gratuita y que estará activo durante toda la noche. Tiene muy buena pinta!

Daniel Monzón nos acerca a la «Celda 211» de la cárcel de Zamora

Daniel Monzón, mallorquín de nacimiento y uno de nuestros realizadores más experimentados nos presenta su nuevo proyecto. Se trata de “Celda 211”, rodada en la cárcel de Zamora y basada en la novela de Francisco Pérez, periodista de ABC, del mismo nombre, considerada la mejor narración carcelaria que se ha escrito en España y cuya memorable idea central entronca con la gran novela y el gran cine negro norteamericanos.

La importantísima trayectoria del director en algunos de los medios de comunicación más importantes de nuestro país avalan el éxito de todos los proyectos que emprende. El tiempo que permaneció dentro de ellos se dedicó a absorber la mayor cantidad de cine que pudo lo que finalmente le llevó a convertirse en coguionista de Desvío al paraíso junto a Gerardo Herrero y director de éxitos como El corazón del guerrero, con actores de la talla de Fernando Ramallo y Neus Asensi,  El robo más grande jamás contado y La Caja Kovak.

La ciudad elegida para rodar su nuevo proyecto, Celda 211, ha sido Zamora, cuya cárcel abandonada enamoró al director desde el primer momento que la vio. Allí se ha llevado a cabo la presentación del proyecto definido por su creador como «un motín, un hombre atrapado, un único objetivo: sobrevivir», y que se filmará desde el 25 de agosto hasta bien entrado octubre.

La cinta narra la experiencia vivida por Juan (Alberto Ammann) , novato funcionario de prisiones, que se presenta en su nuevo destino un día antes de su incorporación oficial. Los nervios le juegan una mala pasada y sufre un desvanecimiento justo minutos antes de que se desencadene un motín de presos; sus compañeros no pueden más que velar por sus propias vidas y abandonan el cuerpo desmayado de Juan a su suerte. Al despertar, Juan comprende la situación y se hace pasar por un preso más ante los amotinados. A partir de ese momento, el protagonista tendrá que jugársela a base de astucia, mentiras y riesgo, sin saber todavía qué paradójica encerrona le ha preparado el destino.

Daniel Monzón, por lo que he podido averiguar, apuesta por aspectos arriesgados en el guión que ha escrito junto a Jorge Guerricaechavarría. Pone al protagonista de la historia al límite de sus capacidades e introduce giros argumentales que le permitirán al personaje encontrarse con quien realmente es. En palabras del director, el argumento desde el punto de partida de la obra es «bastante tenso». «Desde el minuto cinco esperamos que los espectadores estén agarrados a la butaca del cine», manifestó Monzón en la presentación de la historia, quien calificó el film de ser una «tragedia de personajes», que cuenta con un reparto muy coral encabezado por Luis Tosar, Alberto Amman, Antonio Resines, Carlos Bardem, Fernando Soto, Manuel Morón, Vicente Romero y Marta Etura.

“Celda 211” constituye una de sus apuestas más arriesgadas. En primer lugar por que la novela en la que se basa está considerada la mejor narración carcelaria de nuestro país, con lo que el listón ya está alto, y en segundo lugar porque existe un absurdo mito sobre la asociación de literatura y cine que dice que nunca existirán películas mejores que los libros en los que se basan. En este caso tendremos que esperar hasta el año que viene para comprobar si por fin Daniel Monzón rompe con la maldición de las adaptaciones cinematográficas.

Daniel Monzón, director del filme «Celda 211»

¿Quién dirige cine?

Cada vez es más común encontrarnos con actores consagrados venidos a directores de cine de la noche a la mañana. Yo pensaba que dirigir era la labor más difícil, costosa y sacrificada del cine y resulta que ya cualquiera es capaz de emprender proyectos de este tipo. Perdonad mi pesimismo, pero es que cada vez estoy más convencida de que el mundo del cine está igual de enfermo que el resto del mundo, no solo artístico, sino en general, cuya única medicina infalible es el “dinero”. Después de observar durante muchos años el mundo del cine de cerca he llegado a la conclusión de que la industria cinematográfica representa  a la perfección el popular símil de la “pescadilla que se muerde la cola”: (Véase la siguiente reflexión)

Pregunta: -¿Quién dirige?
Respuesta: – Quien tiene dinero, MUCHO dinero. Porque ya no vale cualquier producción.
Pregunta: – ¿Y dentro del cine quién tiene dinero?
Respuesta: Además de las grandes productoras, aquellos que llevan dentro del negocio muchos años y han ganado tanto dinero que ya no saben qué hacer con él. Claro ejemplo, las grandes estrellas de cine.

No quiero generalizar, pero hasta hace unos años, dirigía quién valía e interpretaba quien podía, y con ello no quiero decir, que cualquiera valga para interpretar, al contrario, cada vez es más difícil ver una película en la que el elenco al completo sea admirable. Ahora parece que la interpretación de un equipo al completo es salvable con que uno de los protagonistas sea bueno. Grave error si tenemos en cuenta que más del 50% de la calidad de una película depende del equipo artístico con el que cuentes para contar tu historia. Puedes tener a los mejores directores de fotografía y de efectos especiales y aún así que la crítica no te acompañe. No debemos olvidar que a los espectadores nos enamoran los actores, sus sentimientos y su forma de contarnos la historia y no el encuadre, la iluminación o una gran explosión, aspectos que si están bien logrados por supuesto que se agradecen, pero no son imprescindible. Sino, echad un vistazo al pasado y os daréis cuenta de que todas las grandes películas son así consideradas porque detrás de ellas se esconde una buena historia y unas muy buenas interpretaciones.

Todo esto es culpa, sin duda alguna, del atroz capitalismo que se ha adueñado de un arte, que en muchas ocasiones ha abandonado su esencia, y se ha colocado a merced de la industria, como si su elaboración consistiese en un trabajo mecánico y no en una convicción artística cuya madurez es alcanzada después de un arduo proceso de lucha interna y sentimientos transformados en acciones que sólo unos pocos son capaces de transmitir de forma coherente.

Llegados a este punto os pregunto: ¿Quién debe dirigir una película? ¿Quién puede o quién vale? Si sois de pensamiento academicista pensaréis que quien vale, porque para eso el cine es un arte y los que lo materializan son artistas, y por supuesto, no todos valemos para ser artistas. Pero aquellos que se decanten más por un pensamiento mercantilista seguro que consideran que quién debe hacer cine es quién pueda, quién tenga medios, quién tenga dinero. Mi opinión personal es que las dos visiones son correctas, es decir, por supuesto que quién hace cine es quién puede, porque es una forma de expresión cara y necesita de capital, pero creo que es importante que no perdamos de vista la esencia artística del cine que muy pocas personas tienen y que es necesaria para conservar la actividad cinematográfica como algo exclusivo y capaz de ilusionar y hacer soñar día a día a millones de personas. ¡Vale que es un negocio, pero no cualquier negocio!.

Después de esta extensa reflexión os preguntaréis que dónde quiero llegar. Pues bien, hace unos días me enteré por los periódicos y foros especializados que Natalie Portman, mundialmente conocida por interpretaciones como las de «Star Wars», o «Closer» y una de las actrices más reconocidas y deseadas de Hollywood, presenta en la próxima  Mostra de Venecia un corto dirigido por ella misma. Una obra de 17 minutos de duración que cuenta con dos estrellas del cine estadounidense Lauren Bacall y Ben Gazzara y que narra una historia de amor en la tercera edad en clave de comedia. Este es uno de los ejemplos que me ha servido para reflexionar sobre la cuestión que inicialmente os he planteado. Aún no he podido ver su trabajo por lo que no puedo afirmar si se trata o no de una de esas obras hechas más por alguien que puede que por alguien que vale.

Aún así, este no es el único ejemplo que me ha servido de inspiración, hay millones. De hecho muchas de las estrellas de Hollywood, consideradas celebridades de la interpretación, en algún momento de su vida se han puesto detrás de una cámara a dar órdenes. Véase el ejemplo de George Cloney (Buenas noches, Buena suerte), Robert De Niro (El buen pastor), Kenneth Branagh (La flauta mágica) y un largo etcétera que hacen del arte un oficio mercantilista, rebajado al súmun de la ordinariez.

Por suerte hay excepciones que confirman mi regla: Clint Eastwood y películas como “Mystic River” y “Million Dollar Baby”, dos obras que merecen, bajo mi punto de vista, la etiqueta de excepcionales y que de alguna forma han marcado un antes y un después en la carrera profesional de este fantástico actor-director, acepción a la que muy pocos puedo atribuir.

«Ahora sí que muero»

AGOSTO: MES DEDICADO A LUIS BUÑUEL

Para todos aquellos que aún vivís en pecado por no conocer a LUIS BUÑUEL…

Ayer se cumplieron 25 años de la muerte de uno de los directores de cine más reconocidos que el séptimo arte español ha dado al resto del mundo: LUIS BUÑUEL, conocido, querido y alabado en los circuitos de cine más internacionales de Europa y América. Es considerado uno de los directores más importantes y originales de la historia del cine mundial, y aunque una gran parte de su obra fue rodada fuera de nuestras fronteras,  en Francia y México principalmente, los que de verdad amamos este arte siempre le consideraremos  el mejor embajador cultural que nuestro país ha tenido durante décadas. A lo mejor hay personas que no conocen su obra pero seguro que le recordarán por frases tan míticas como la que le dijo a su mujer poco antes de fallecer y que daría la vuelta al mundo, “Ahora sí que muero” o “Gracias a Dios soy ateo”, tan parafraseadas posteriormente.

Aunque su infancia la pasó en Zaragoza, de donde es originario,  su crecimiento intelectual lo experimentó en Madrid cuando se fue allí a estudiar. Durante sus estancia en la Residencia de Estudiantes se codeó con intelectuales de la talla de Federico García Lorca, Salvador Dalí y Rafael Alberti, entre otros muchos. Con ellos experimentó el placer de la literatura, el teatro y la puesta en escena, que más tarde le convertirían en uno de los mejores profesionales que el cine universal ha tenido. Durante sus primeros años de madurez comenzó a escribir cuentos y poemas en revistas de vanguardia y muchas de las imágenes de los escritos de estos años pasarían posteriormente a su cine.

Aunque en Madrid ya vio cine, no fue hasta su llegada a París cuando comenzaría a consumirlo intensivamente, llegando a acudir a las salas de exhibición hasta tres veces diarias. Fue viendo “Las Tres Luces” de Frizt Lang cuando de verdad se dio cuanta que él lo que deseaba era dedicarse al arte del celuloide. Sin pensárselo dos veces, se plantó frente a Jean Epstein, un director de cine francés de la época, y le propuso trabajar en su rodaje desempeñando cualquier labor a cambio de que éste le dejase aprender el oficio del cine. Epstein en poco tiempo ya le dejaría ser su ayudante de dirección en algunas de las películas mudas que produjo por esos años.

Sería en 1929, junto a Salvador Dalí y con el estreno del Perro Andaluz, cuando el reducido y escogido público cinéfilo de esa época se rindiera a sus pies. La premier se hizo en el Studio des Ursulines de París y el clamoroso interés que despertó hizo que pasara por allí la gran mayoría de los intelectuales parisinos de aquella época. A finales del año se vuelve a reunir con el pintor catalán para preparar su próxima película La Edad de Oro, cuyo estreno quedará boicoteado por la extrema derecha francesa y las autoridades que decidirán retirarla del circuito y requisar todas sus copias. No fue hasta 1980 cuando la película volvió a ver la luz en Nueva York y un año más tarde en París.

En 1930 se trasladó a Hollywood y contratado como “observador” por la Metro Goldwyn Mayer aprendería la peculiar forma norteamericana de hacer cine. Tras su regreso a Madrid fundó junto a Ricardo Urgoiti, la productora Filmófono, con la que produjo películas como Don Quintín el amargao, donde debutó en el cine la gran bailaora Carmen Amaya,  La hija de Juan Simón, ¿Quién me quiere a mí? y ¡Centinela alerta!. Todas ellas fueron rentables y suponían la consolidación de la industria cinematográfica española de los años treinta. Sin embargo, la Guerra Civil abortaría este proyecto.

Fijaos como era Buñuel que cuentan las leyendas que  la única condición que ponía para producir estas películas era, curiosamente, no aparecer en la ficha técnica, pues a sus ojos no eran más que “melodramas baratos”

Dentro de su obra es conveniente que destaquemos principalmente dos etapa:

1) ETAPA MEXICANA: cuyas producciones más destacadas fueron Susana(1951), Él (1953), Ensayo de un crimen, Nazarín (1958), que obtuvo la Palma de Oro del Festival de Cannes de 1959 y El ángel exterminador (1962), que constituye una de sus películas más importantes y personales.

2) ETAPA FRANCESA: Ya en su etapa mexicana Buñuel había rodado varias películas de producción francesa. Las elogiosas críticas europeas de Ensayo de un crimen, en una época caracterizada en Francia por el desarrollo de la Nouvelle vague, le abren las puertas de la cinematografía gala. Así, viaja a este país en 1955 para rodar Cela s’apelle l’aurore. Su carrera francesa fue meteórica y durante ella produjo títulos que cambiarían el rumbo del cine universal.

Luis Buñuel no fue nacionalista pero añoraba España y la tierra de su infancia. Siempre que podía y le dejaban volvía a España a rodar algún proyecto que tenía pensado con algún amigo suyo. Las cosas por aquel entonces no estaban fáciles en nuestro país y a él le era imposible expresarse en un lugar caracterizado por la intolerancia y la censura causadas por el sistema dictatorial en el que nos encontrábamos.

Recuerdo una vez leyendo acerca de Buñuel que me impresionó unas declaraciones que una vecina suya de México hizo acerca de nuestro cineasta más internacional. Ella que era vecina suya en la Colonia del Valle de la ciudad de México comentó que Buñuel nunca olvidó sus raíces: “en Semana Santa lo veía solo por el jardín de su casa haciendo redobles con un tambor y dando vueltas y vueltas”.

Si algo debemos tener claro es que pocos cineastas han desarrollado una carrera tan redonda, coherente y personal, como Luis Buñuel y que la obra del «maestro de Calanda», como se le conocía por haber nacido en esa localidad aragonesa, está más vigente que nunca, una obra que muestra que el artista hizo siempre lo que quiso y contó lo que sentía, sin importarle los convencionalismos. Por ello, todos aquellos que nos consideramos amantes de este arte no podemos dejar pasar las oportunidades que se nos brindan para homenajear a aquellos que consideramos nuestros ídolos más grandes. Y eso es lo que yo estoy haciendo, homenajear a una de las personas que me convenció, a través de su trabajo, de que debía amar el cine.

“Luis Buñuel, allí donde estés, te recordaremos hoy y siempre»

Alex de la Iglesia: creador de un mundo propio

Genuino, auténtico, cinéfilo, original, arriesgado, divertido y un magnífico profesional, son algunos de los muchos adjetivos que servirían para describir a uno de los directores de cine más queridos y respetados de nuestro país. Nunca olvidaremos películas como “Acción mutante” o “El día de la bestia”, proyectos que le encumbraron a lo más alto e hicieron de él y su nombre todo un referente en el mundo cinematográfico más freaki. Hijo de un catedrático de sociología y de una pintora. Estudió en un colegio mixto y tuvo una infancia como la de cualquier otro chico del norte. Más adelante obtuvo la licenciatura en Filosofía y Letras por la Universidad de Deusto. Aunque pronto supo que su corazón le dirigía hacia a los perversos, y a la vez magníficos caminos de la farándula y el artisteo, en forma de director de cine.

Su primer corto como coguionista y director fue «Mirindas asesinas» (1991), una combinación de humor negro, violencia desmedida, estética de cómic y costumbrismo social tan aplaudido como imitado posteriormente y que recibió premios en numerosos festivales. Por este trabajo Pedro Almodóvar decidió producirle, a través de su productora El Deseo, su primer largometraje, «Acción Mutante» (1993). Que le valió galardones en el Festival de Cine Fantástico de Montreal y tres Premios Goya. A partir de entonces, Alex comenzó a ser valorado como una de las grandes promesas del cine español.

Su segunda película «El Día de la Bestia» (1995), superó las expectativas. Con ésta obtuvo seis Premios Goya (entre ellos el de Mejor Dirección), además de haber sido galardonado en los festivales de Géradmar y Bruselas, y de haber sido bien recibido por la crítica y público en los Festivales de Venecia, Toronto y Sitges.

Después vinieron proyectos, que de una manera u otra, siguieron colocándole en los puestos más altos de las listas de las películas más vistas del año: “Perdita Durango”, “Muertos de Risa”, “La Comunidad”, “800 balas”, “Crimen Ferpecto” y «Los Crímenes de Oxford», hasta el momento su último trabajo cinematográfico.

‘Perdita Durango’ (1997) supuso su tercer largometraje y el segundo producido por Andrés Vicente Gómez después del éxito abrumador de ‘El Día de la Bestia’. Tras muertos de risa y La Comunidad, que supusieron un punto de inflexión en su meteórica carrera, decidió convertirse a parte de realizador en el productor de sus propias películas, debido sobre todo a graves desavenencias con su anterior productor, Andrés Vicente Gómez. La productora que creó recibió el nombre de Pánico Films, en honor a las dudas que asaltaron a su fundador en el momento de su creación, pero gracias al apoyo de grandes amigos como Juanma Pagazaurtundua, se embarcó en el proyecto, convirtiéndose actualmente en una de sus mejores decisiones.

Su proyecto más inmediato ha sido anunciado esta última semana por Televisión Española: Plutón BRBNero (también conocida como Plutón Verbenero). El orgullo que siente la cadena pública de tener a un director de la talla de Alex como realizador de su próxima serie ha hecho que TVE ponga más expectativas que nunca en este nuevo proyecto, la primera Sitcom de ciencia-ficción que se rueda en este país. La serie, que contará con 26 episodios de 36 minutos, está destinada a La 2 y, según su autor, «no es ofensiva ni irreverente, ni políticamente incorrecta, ni se ríe de lo estúpidos que somos; es asombrosamente familiar».

Habrá que esperar hasta septiembre para comprobar el calado que esta serie tiene entre el público y averiguar si de una vez por todas se rompe el gafe que TVE arrastra con la mayoría de series que estrena, sobretodo en la segunda cadena.