No. No he leído el libro. No. No conocía a Stieg Larsson antes de convertirse en uno de los muchos autores que murieron antes de conocer la trascendencia de su obra. Pero sí. Sí he visto la película que actualmente bate récord de audiencia en Europa y que tan impecable favor le ha hecho al cine sueco, hasta el momento, desconocido, ignorado y nada trascendental en el circuito internacional (mucho menos incluso que el cine español).
Una brillante lección de autocrítica social. Una historia desgarradora. Una trama sublime. Unos personajes perfectamente definidos e interpretados. Y una realización propia de serie Z, que mezcla, con cierto descaro, todo tipo de personajes y situaciones fuera de la norma, constituyen la esencia del thriller europeo más famoso del año: “Millenium I: Los hombres que no amaban a las mujeres”, título que por cierto, recuerda, aunque a la inversa, a aquella bella historia romántica de Truffaut, “El hombre que amaba a las mujeres”.
La sociedad sueca siempre ha destacado por su perfección, por su envidiable civismo, por la ausencia de noticias desagradables y de escándalos varios. Aunque como bien nos ha querido mostrar Larsson en su trilogía, en todas las casas se cuecen habas. ¿Hasta qué punto los altos salones y cenáculos no son sino contenedores de podredumbre y miseria?. En este contexto, el orgulloso bienestar de una sociedad encantada de haberse conocido, comienza a resquebrajarse ante la evidencia de que hay conductas y actitudes peligrosas que, por comparación, convierten a delincuentes de otras latitudes en golfillos de poca monta. Esta podría ser la esencia más evidente de la película que hoy os recomiendo, confeccionada a través de una trama nada desdeñable, y gracias a la cual, Larsson, y el director del filme, Niels Arden Oplev, presentan una sociedad aparentemente tranquila y serena en su perfección, pero bajo cuyas confortables alfombras crece la ruindad.
Hace 40 años, Harriet Vanger desapareció en medio de una reunión familiar en la mansión del poderoso clan de los Vanger, en una isla incomunicada debido a un accidente. Su cuerpo nunca se encontró, sin embargo su tío está convencido de que fue asesinada y de que el asesino es un miembro de su propia familia, una familia unida y a la vez disfuncional.
Contrata entonces a Mikael Blomkvist, periodista caído en desgracia que dirige una publicación, “Millennium”, dedicada a destapar escándalos financieros y corruptelas. Por una serie de azares, Mikael conoce a una extraña, hosca, marginada hacker informática, Lisbeth Salander, que le ayudará en la investigación del caso. Cuando la pareja relaciona la desaparición con un número de grotescos asesinatos cometidos hace cuarenta años, se empieza a desentrañar una oscura y horrible historia familiar en el seno de los Vanger.
Relevante es el papel de Salander, la misteriosa hacker informática con una tormentosa historia, el gran hallazgo de la novela y el filme, y sin el cual, todo intento de éxito hubiese resultado inútil. Y sin embargo, desapercibidas pasan las intervenciones del co-protagonista Blomkvist, cual alma en pena deambula por la película. Un desequilibrio que el director acertará a sortear gracias al empeño que pone en el resto de aspectos relevantes de la cinta: brillante en imagen, convincente en trama y magnífica en composición.
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