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Crítica Ágora

cartelPor fin pude acudir al cine a ver la película española más esperada del año: Ágora. El último trabajo del sobresaliente Amenábar, que irrumpió en la cartelera con la fuerza propia de un tifón: 13, 5 millones de euros de recaudación en su primer fin de semana de exhibición, la mayor recaudación en taquilla de estos últimos tres años. Un importante dato, que cuanto menos, denota la trascendencia de un director que lleva durante años convenciendo al público con su perfeccionista forma de hacer cine.

Las críticas que sus anteriores películas provocaron, mantuvieron un denominador común: la ovación de un público que veía en este madrileño el nuevo mesías del cine español. Nadie se atrevía a decir nada negativo de un joven cineasta con unas claras inquietudes por demostrar al mundo entero que el cine patrio era algo más que el landismo.  No obstante, en esta última ocasión, sus más acérrimos defensores se han convertido, de forma inesperada, en sus mayores detractores. Las críticas por parte de la prensa especializada y el público en general no se han hecho esperar. Palabras como decepción e indiferencia se dejan ver en los textos referentes a tal obra artística.

Yo no quiero ser excesivamente dura, puesto que ante todo, respeto el duro trabajo de un equipo que llevaba durante más de cuatro años enfrascado en una arriesgada aventura. Aunque lo que está claro es que no siempre se acierta, y en esta ocasión, debo admitir mi gran sorpresa al comprobar que Amenábar no ha acertado. La amarga sensación de indiferencia que logra dejar el filme en el espectador me hace llegar a una obvia conclusión: esta vez, el cineasta (mitad chileno, mitad español) no logra el objetivo que hasta el momento siempre ha presumido alcanzar: emocionar a su público.

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Si bien Tesis, Abre los ojos y Los Otros consiguieron intrigar al público como otros cualesquiera thrillers americanos, y Mar Adentro emocionarlo como nunca antes lo había hecho ningún otro filme patrio; Ágora llega al público como un jarro de agua fría. Con esta película, por fin, descubrimos algunas de las carencias de este joven director. Ni la historia, ni la realización, ni la dirección de actores son puntos destacables en Ágora. Esto nos vuelve a demostrar, una vez más, que el dinero no lo es todo.

Ágora contaba con todos los ingredientes necesarios para convertirse en la mejor película del año: Está dirigida por un director que había demostrado su valía en sus cuatro anteriores trabajos. Es, según rumores, la producción con el mayor presupuesto de la historia del cine español. Y el reparto principal lo lideran pesos pesados de la interpretación internacional: Rachel Weizs (ganadora de un Oscar),  Max Minghella, Oscar Isaac y Ashraf Barhom. Sin embargo, los resultados no han logrado ser los esperados. Todos los aspectos por los que hasta el momento había destacado Amenábar quedan deslucidos en su última producción: un guión insensible, una realización floja y unas pésimas interpretaciones.

Cuando lo que esperaba encontrar era una verdadera obra épica, liderada por una mujer increíble e inmersa en una época convulsa, clave en el desarrollo de la sociedad actual; voy y me encuentro con una liviana lección de Historia y Filosofía liderada por unos personajes apáticos e insulsos perdidos en medio de unas enormes maquetas que pretenden mostrarnos la grandiosidad del planeta Tierra. Con un principio similar al de Star Wars, Amenábar nos introduce en una historia que mucho nos promete aunque nada cumple. Con la Tierra como fondo, unas letras de dudosa legibilidad nos relatan los antecedentes de la caída del Imperio Romano y nos presentan a la protagonista de la historia: Hypatia, una de las filósofas más destacadas de la época clásica. Sus avanzados conocimientos sobre la forma de la órbita en la que gravita la Tierra alrededor del Sol harán de ella una de científicas más adelantadas de su tiempo. Tras éste prólogo en las estrellas, la cámara (gracias a la acción de los ordenadores) realizará un potente zoom in hasta llegar al espacio y tiempo en el que se desarrolla la historia: la Alejandría clásica, poco tiempo antes de la caída definitiva del Imperio Romano.

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En aquel sitio y en aquella época, la Historia dice que existió una mujer distinta a las demás. Una filósofa capaz de cambiar el orden mundial con sus conocimientos sobre filosofía y astronomía. Las crónicas de la época dicen que murió lapidada, aunque los motivos no están muy claros. En Ágora están claras la intenciones de Amenábar: retratar a una mujer interesante en una época concreta, caracterizada por una pronunciada convulsión social. Podía haber elegido un escenario más actual, pero decide irse hasta el siglo IV y entablar paralelismos con los tiempos que corren. El extremismo religioso y el claro homenaje de Amenábar a la astronomía y a la ciencia son los temas claves de la cinta. Aunque consciente del poco tirón de los mismo, los guionistas deciden introducir un descarriado trío amoroso que más que introducir emoción en la historia, muestra las debilidades más pronunciadas del guión: Cero emoción y cero pasión en una narración que mejor podía pasar por una clase intensiva de Historia.

La realización tampoco ha sido el fuerte de Amenábar en este filme. Planos poco sugerentes, cámara poco dinámica, liviana intensidad en las escenas de acción y acusada utilización de maquetas son algunos de los aspectos negativos que mejor se aprecian a lo largo de sus dos horas de duración. Y aunque la ambientación y el vestuario destacan, las interpretaciones en muchos pasajes no hacen justicia a la ambiciosa producción que pretendía ser.

Reitero: no siempre se puede acertar.

Más información: ficha técnica y trailer

Amenábar se cuela en la cartelera con Ágora, la producción española más cara de la historia

Alejandro Amenábar, uno de los mayores estandartes del cine internacional y nuestro embajador cultural por excelencia, presentó ayer en Madrid su última producción: Ágora, un alegato contra la intolerancia que narra la historia de Hipatia de Alejandría, una mujer cultivada, tolerante, matemática, astrónoma y filósofa que entregó su vida al estudio y que fue asesinada por un grupo de fanáticos cristianos. Una asombrosa producción de 50 millones de euros, interpretada por verdaderas estrellas internacionales como Rachel Weisz, Max Minghella y Oscar Isaac y que verá la luz en nuestro país el próximo 9 de noviembre.

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Ya está todo preparado para, lo que es sin duda, el estreno más esperado del año en nuestro país: Ágora, una surpeproducción dirigida por nuestro insigne Alejandro Amenábar y con la que nuevamente nos vuelve a sorprender tras un inesperado giro argumental. Después de hacernos creer que le conocíamos gracias a sus tres primeros títulos –Tesis, Abre los ojos y Los otros– Amenábar nos sorprendió con una película que nunca hubiéramos albergado bajo su firma si no hubiese sido por su impecable realización: Mar Adentro. A partir de entonces nos dimos cuenta de que éste intrépido realizador era capaz de todo.

Aunque pueda parecer mentira, su primera intención era hacer un filme de ciencia ficción de temática extraterrestre, pero como suele ocurrir con las grandes cosas, de casualidad, se topó con lo que para él fue la historia más impactante que jamás había conocido y cuya protagonista era una de las mujeres más impresionantes del antiguo Egipto: Hipatia de Alejandría, una mujer cultivada, tolerante, matemática, astrónoma y filósofa que entregó su vida al estudio y que fue asesinada por un grupo de fanáticos cristianos.

Como el propio Amenábar ha especificado en muchas ocasiones, Ágora, además de ser un homenaje a la astronomía y a los científicos es un alegato contra los extremismos, contra la gente que deja de lado la razón y opta por la violencia. En este último filme, el cineasta plantea el eterno problema del fanatismo religioso. Ha intentado aclarar, aunque me temo que sin mucho éxito, que con esta película no intenta nada más que criticar el extremismo, independientemente de que sea cristiano o no. Y para ello se ha valido de la historia real de Hipatia , una mujer que vivió en Alenjandría y luchó por preservar la sabiduría del mundo antiguo, aunque ello le costara la vida.

Ágora es una historia de antes, aunque perfectamente trasladable a nuestros días. Mientras la apariencia, los personajes y el hecho pertenecen a  hace más de 1600 años; la esencia,  el trasfondo y la moraleja se pueden trasladar a nuestra sociedad actual. Hoy, por desgracia, siguen existiendo fanatismo religiosos y seguimos viendo cómo en muchos países aún se matan a mujeres a través de acciones tan denostadas, indignas e inhumanas como es la lapidación, tortuosa práctica con la que se teme que también mataron a Hipatia. Un dato que Amenábar ha preferido obviar en el filme, dando a la muerte de ésta heroína un sentido más romántico.

No os detallo más. Por el momento os dejo con un adelanto…Aunque no os olvidéis del día exacto del estreno en España: 9 DE NOVIEMBRE.

Ágora. Estreno el 9 de octubre

ÁGORA (estreno  9 de octubre)

agoraGénero: Drama-Histórica
Producción: España
Director: Alejandro Amenábar
Intérpretes: Rachel Weisz y Max Ming

Sinopsis:  Siglo IV. Egipto bajo el Imperio Romano. Las violentas revueltas religiosas en las calles de Alejandría alcanzan a su legendaria Biblioteca. Atrapada tras sus muros, la brillante astrónoma Hipatia lucha por salvar la sabiduría del Mundo Antiguo con la ayuda de sus discípulos. Entre ellos, los dos hombres que se disputan su corazón: Orestes y el joven esclavo Davo, que se debate entre el amor que le profesa en secreto y la libertad que podría alcanzar uniéndose al imparable ascenso de los cristianos. Más información.

Almodóvar, Cannes y sus nuevos proyectos

Por la alfombra roja de Cannes siguen desfilando estrellas del firmamento cinematográfico. Si la semana pasada Amenábar y su musa Rachel Weisz atraían la atención de todos los focos mediáticos, en esta ocasión otros españoles se hacía con el control de la 62 edición del Festival Internacional de Cine más importante del mundo: Pedro Almodóvar y Penélope Cruz, la musa de los delirios cinéfilos del manchego. Director y actriz han sido durante esta semana los rostros más apreciados del certamen, en esta ocasión caracterizado por la sonada ausencia de producciones norteamericanas y latinas. 

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Según anuncia hoy Bollero en su crónica sobre Cannes publicada por El País, Los abrazos rotos del director español han causado sensación entre los francesitos. Aplausos y ningún abucheo fue la tónica vivida en el pase donde la película del manchego se exhibía ante la prensa internacional en el festival de cine más prestigioso, donde compite en sección oficial junto a pesos pesados del cine asiático y a una compatriota, Isabel Coixet.

Lo cierto es que Pedro ya es todo un experto de Cannes. Ha ocupado casi todos los puestos posibles del festival, Almodóvar ha sido miembro del jurado; ha ganado la Palma a la mejor dirección por “Todo sobre mi madre”; con “Volver” el reparto femenino entero se llevó premio y “La mala educación” vivió su estreno mundial en el Teatro Lumiére. ¿Pero para cuándo la Palma de Oro?…Ante esta pregunta el manchego se ha mostrado contundente: “Yo me voy el viernes de Cannes…pero si tengo que volver el domingo, vuelvo”.

Entre nervios y compromisos, Almodóvar aprovecha que está en el festival de cine más importante del mundo para adelantar información selectiva sobre sus nuevos proyectos. El manchego ha afirmado que tiene varias ideas en mente y que una de ellas es la de la Guerra Civil, por supuesto, su versión será muy personal: “Quiero hacer algo especial. No va a haber tiros, no va a haber contienda. Se va a hablar de otras cosas, de seres que ahora viven y que en ese momento eran muy jóvenes. No sé cuando lo haré, pero lo tengo allí y ya estoy escribiendo”. Almodóvar ha asegurado que se inspirará en la vida y obras del poeta Marcos Ana que, nacido en Alconada (Salamanca) en 1920, y que estuvo 25 años en una cárcel franquista, entre los 16 y los 42 años.

Aún así, la Guerra Civil no es su único proyecto en mente. Según ha confirmado el propio protagonista, se mueve entre varios guiones y aún no sabe (o no quiere hacer público) la que será la película número 18 de su filmografía. “Ahora mismo estoy dividido entre varias historias. Tengo también una comedia, que como todo el mundo me pide, me siento casi obligado a hacerla. Y después tengo otra, que es la que ya tiene terminado el primer borrador y que probablemente sea mi próxima película.  Aunque eso no lo decidiré hasta el final”, concluye el director de “Los abrazos rotos”, su presente y por ahora la única producción que le podría dar la preciada Palma de Oro, un galardón que esperamos ver en España el próximo domingo.

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ENTRE EL 13 Y EL 24 DE MAYO

Hace unos días que el Festival de Cine de Cannes, el más importante y prestigioso del mundo, anunciaba la lista de películas seleccionadas para competir en sección oficial en su 62º edición. Entre las cintas elegidas, como novedad, encontramos mucha producción europea y asiática y, sin embargo, muy poca americana. Realizadores como Pedro Almodóvar, Jane Campion, Ken Loach, Lars von Trier y Quentin Tarantino son algunos de los cineastas que competirán por la Palma de Oro en esta nueva edición.

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Cannes es para Europa lo que los Oscar son para Hollywood, un lujoso y glamuroso espectáculo cinéfilo, a la vez que un estratégico instrumento promocional de películas, donde la simple presencia en el mismo asegura una ventana al público masivo y una buena acogida de la crítica internacional, que seguro ve la película sugestionada por su mera participación en el festival de cine más importante del mundo.

Su larga trayectoria y su impecable balance histórico han hecho del Festival de Cannes la cita más espera de la industria cinematográfica. Es cierto que comenzó siendo un acontecimiento para turistas y gente de la alta sociedad mucho más interesada en la fiesta y el lujo que en las propias películas, sin embargo, y gracias a  su popularidad, ha acabado convirtiéndose en una cita ineludible para los mejores cineastas del mundo. Las voces más atrevidas e independientes del cine han paseado por su alfombra roja: Buñuel, Hitchcock, Almodóvar, Welles, Coppola, Kurosawa, Fellini, Bergman o Antonioni, confirman una lista de grandes directores que, junto a las estrellas del celuloide, se han dejado seducir por el sol y el mar mediterráneo.

Gracias a la popularidad adquirida durante décadas, constituida en parte, por la presencia de grandes estrellas del celuloide a lo largo de sus más de 60 ediciones, Cannes ha conseguido convertirse también en una verdadera plataforma de lanzamiento de cineastas que ahora están considerados verdaderos estandartes del sector, como por ejemplo: Quentin Tarantino, que ganó la Palma de Oro en 1994 con Pulp Fiction, Steven Soderbergh (Sexo, mentiras y cintas de video, 1989), David Lynch (Corazón salvaje, 1990), Los hermanos Coen (Marton Fink, 1991), Jane Campion (El piano, 1993) y Emir Kusturika (Underground, 1995).

Ausencia americana

La mayoría de sus ediciones han estado marcadas por la presencia de directores norteamericanos y productos made in USA. Sin embargo, en esta nueva edición si algo ha llamado la atención de los expertos y seguidores del festival es que en la sección oficial únicamente compita una producción norteamericana: Inglorious bastards, dirigida por Quentin Tarantino y protagonizada por Brad Pitt y Diane Kruger. La respuesta que el festival ha dado al respecto es que debido a la huelga de guionistas que se produjo en EEUU, muchos proyectos no han llegado a tiempo, no obstante, el director del Festival, Thierry Frémaux, ha aclarado: “Nosotros no elegimos las películas por nacionalidades, pero la importancia de una cinematografía debe ser evaluada a medio plazo, no sólo por su presencia en una edición”.

La producción latinoamericana, siempre presente en el festival, este año también se ha quedado fuera del concurso oficial, aunque estará presente en la sección Una Cierta Mirada, representada por los últimos trabajadores del colombiano Ciro Guerra y el brasileño Heitor Dalia.

Europea y asiática son las nacionalidades más destacadas en esta 62 edición. Dentro de la producción europea destacan la presencia del excéntrico Lars vonTrier y sus película de terror Antichrist, el británico Ken Loach y los españoles Pedro Almodóvar e Isabel Coixet que competirán por la Palma de Oro con Los abrazos rotos y Mapa de los sonidos de Tokio, respectivamente.

En el caso asiático encontramos al taiwanés Ang Lee, el chino Lou Ye, el filipino Brillante Mendoza y al hongkongés Johnnie To. Éste último con Vengeance, una película interpretada por el cantante francés Johnny Hallyday.

Una buena plataforma de promoción

Está claro que las películas no van a Cannes a ganar, sino a participar. Ésta es una de las pocas competiciones que fomenta la participación, ganar es un complemento añadido. Todas las producciones luchan por aparecer en su programación, aunque no sea en el concurso oficial. Presentar una película en Cannes supone medio camino adelantado en su promoción mundial.

En esta nueva edición destacan dos casos. En primer lugar el de Disney Pixar que inaugurará el festival con Up, una comedia de animación en la que Carl Fredicksen, un anciano de 78 años, ve cumplido su sueño de vivir una gran aventura tras atar miles de globos a su casa y salir volando hacia parajes inexplorados de Sudamérica. Y en segundo lugar, el de Alejandro Amenábar, que consciente del potencial del festival, ha decido presentar su nuevo proyecto en Cannes, Ágora,  dentro de la sección oficial aunque fuera de competición.

La promoción que se realiza en Cannes no sólo es de proyectos nuevos, sino que desde 2004 el festival organiza una sección llamada Cannes Classics, cuya pretensión es rescatar joyas cinematográficas poco conocidas durante sus años de exhibición y volver a relanzarlas. Martín Scorsese, Losey, Antonioni, Visconti, Franju y Sergio Leone son algunos de los nombres que pasarán por esta curiosa sección en esta nueva edición, donde también se tiene previsto rendir tributo a varios iconos de la “nouvelle vague”, como Truffaut y Godard.